sábado, 5 de marzo de 2011

LA CENSURA EN MÉXICO



Recientemente, nos hemos percatado con las noticias de la política de censura que se está aplicando en nuestro país, destacando principalmente los casos del despido de la periodista Carmen Aristegui y el intento de prohibir la exhibición de la cinta “Presunto culpable”. Ésta no solo se aplica a las películas o en los medios impresos, sino en todas las formas en que nos podemos comunicar, ya sea por la televisión, la radio, internet o en reuniones.

Todos sabemos que esto no es algo nuevo en México, pues en distintos momentos a lo largo de la historia hay claros ejemplos, desde las críticas a la proyección de “El crimen del Padre Amaro” y “La ley de Herodes”, hasta trágicos episodios como fue la matanza de Tlatelolco, que dejó una huella de indignación a la población y a la vez infundió el miedo a las posibles represiones.

Las causas de esta censura son numerosas, pero podemos mencionar las más importantes que serían: la opinión de los funcionarios públicos ante realidades incómodas percibidas por los individuos, reacción de asociaciones religiosas a temas que se considera va contra la moral que ellos predican (aun cuando no haya imposiciones por parte de la ley) e igual podemos incluir las costumbres tradicionalistas que se oponen a algunos conceptos modernos, como en el caso del aborto o del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Otro factor decisivo es la imposición que tienen algunas cadenas televisivas y que informan lo que pueda resultar conveniente para ellos y en ocasiones, argumentando falsas referencias sobre aquellos temas que podrían considerarse causarían una amenaza a los intereses propios de la empresa. En este caso podemos mencionar el cierre de Canal 40, que en realidad sucede por las opiniones intercambiadas sobre Marcial Maciel, pero la mayoría de los medios ocultó las verdaderas razones, solo algunos, como la revista nexos, hicieron la controvertida publicación de los sucesos. Lo peor de todo en este caso, fue la transformación que se le dio al canal, que era un espacio de verdadera expresión originalmente.

A pesar de todo, es importante recalcar que hay países cuyas condiciones limitan más la libertad de expresión, por ejemplo, en China, existe tal nivel de censura que las páginas de Google y Facebook tienen una gran cantidad de restricciones para operar en este país. En Corea del Norte, se ha tratado de evitar que lleguen las ideas modernas de los países occidentales y que pudieran terminar en reacciones rebeldes por los habitantes. Y en otros países, como Puerto Rico, aunque se respeten las garantías, existe censura en libros, por ejemplo la obra “Aura” de Carlos Fuentes, que ellos consideraron usaba lenguaje soez, siendo que es una narración con un sentido metafórico sobre el cortejo humano en algunas páginas, pero nada de lo que en realidad diera razón para alarmarse.

Es curioso, sin embargo, observar que la represión no termina en una población sometida, si no usualmente en rebeliones (lo que en realidad se buscaría evitar), las rebeliones en el medio oriente y África del norte buscan derrocar los regímenes militaristas que allí hay. Los seres humanos han causado revoluciones siempre en busca de la libertad de comunicarse. Aquí mismo lo presenciamos en la Revolución Mexicana, donde periódicos como “El hijo del Ahuizote” mostraban el otro lado de la vida en el país, y que fueron parte de los factores que determinarían los inicios de la guerra civil.

Por otro lado, no todo es gris en México, a pesar de las circunstancias han surgido autores de talla mundial como son Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska y Laura Esquivel, por mencionar algunos. La capacidad que ellos tienen para comunicar sus ideas les ha valido un gran reconocimiento, además sus opiniones, a pesar de ser fuertes, sí son escuchadas, aunque esto debería ser una oportunidad para todos, independientemente de la fama.

Tal vez, el único periodo donde se percibió una libertad de expresión más relajada hasta ahora fue durante el gobierno de Vicente Fox, en el que se parodiaba a los personajes de la política nacional sin problemas algunos, volviéndose un entretenimiento para los televidentes, algo muy diferente a lo que pasa hoy.

La participación de la comunidad para exigir sus derechos a una comunicación libre, son un papel decisivo para presionar al gobierno, pues gracias a la organización de ciertos sectores, se logró que la periodista Carmen Aristegui regrese a su trabajo y que el filme “Presunto culpable” aún se exhiba en las salas de cine.

Para solucionar este problema de raíz, hay que centrarse en dos puntos que serían: el primero, hacer un margen bien definido de tal manera que las autoridades no intervengan o ejerzan algún tipo de influencia sobre el derecho a comunicarse que tenemos todos y el segundo, crear una nueva cultura entre la población, una con un enfoque no conformista y que se encuentre ávida del saber, mejoraría nuestra calidad de vida y la forma en que nos relacionamos. La información podría ser transmitida para el bien común y una mejor forma de organización.

Finalmente, podría concluir que si bien la censura no es algo que veamos a diario, hay momentos en que recibe nuestra atención, evidenciando que el problema sigue ahí y que no lo hemos erradicado, pero que no por ello debemos limitar lo que deseamos expresar, pues es nuestro derecho y así hay que exigirlo.